En Concorde Language School organizamos cursos de inglés para empresas y también clases para adultos que quieren introducirse o mejorar sus competencias en una lengua extranjera. Por eso, sabemos que la metodología didáctica debe ser diferente según el caso.
Cuando hablamos de aprendizaje de idiomas en adultos la motivación se sobreentiende. No es tan importante incidir en la estimulación, porque las personas que una vez superada la niñez y la adolescencia optan por comenzar o continuar aprendiendo idiomas suelen hacerlo por iniciativa propia, para mejorar sus conocimientos o acceder a nuevos horizontes profesionales. En esta etapa, resulta mucho más relevante proponer actividades que garanticen la adquisición de contenidos realmente útiles, en la vida personal y profesional.
¿Cómo debo enfrentarme al aprendizaje de idiomas en la edad adulta?
Sobre todo, con ilusión. Recuerda que hace más el que quiere que el que puede. Si estás motivado notarás que apenas te costará esfuerzo estudiar y realizar ejercicios para mejorar tu desempeño. Eso sí, asegúrate de buscar una buena academia de idiomas que emplee un método didáctico acorde a tu nivel y objetivos. Es importante que “te obligues” a acudir a un centro donde tendrás la atención de un profesor y podrás concentrarte sin distracciones.
No te desesperes si te da la sensación de que no avanzas o te has quedado estancado en un nivel determinado. El aprendizaje de una lengua extranjera es una carrera de fondo, pero es muy agradecida si cada día le dedicas un poco de tiempo y practicas con un profesor que pueda corregirte sobre la marcha.
Los adultos tienen tanta capacidad para aprender idiomas como los niños
Un estudio realizado por la Universidad de Haifa, en Israel, demuestra que no existen diferencias reales entre aprender un idioma en la infancia o hacerlo en la edad adulta. De hecho, parece ser que los adultos poseen mayor facilidad para comprender las reglas implícitas en un lenguaje desconocido. Pero además, todo indica que la supuesta facilidad de los niños para aprender idiomas no responde a criterios relacionados con la edad ni con el cerebro, como cabría esperar. Simplemente, los pequeños reciben más información sobre sus errores, son más receptivos a las críticas y muestran mayor predisposición a enmendar sus fallos.
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